John Siracusa repasa sus primeros análisis de Mac OS X de hace una década

El siguiente fragmento está sacado de la página cuatro, y habla sobre lo que tenía de malo (y sigue teniendo) el Finder de Mac OS X:

En cuanto a la capacidad de los usuarios de experimentar los beneficios de la constancia espacial, sin importar que entiendan el origen o no, mis opiniones se ven constantemente respaldadas por la incansable devoción de las masas por el único elemento de interfaz que queda que sigue siendo constante desde un punto de vista espacial: el escritorio. A la gente le encanta llenar sus escritorios de archivos, y cuanto menos cómoda se sienta una persona usando un ordenador, más tenderá a hacer esto.

El motivo es sencillo: el escritorio es el único “lugar” del ordenador al que todo usuario sabe acceder. La gente ni siquiera piensa en él como parte de la jerarquía de archivos (aunque, por supuesto, pertenece a ella); para ellos es un lugar en el sentido físico, y los elementos colocados en él se comportan casi como si fueran objetos reales. Un archivo puede qudar “perdido” en la jerarquía de archivos — irrecuperable de cara a los usuarios novatos — pero encontrar algo en el escritorio nunca será peor que hurgar en un archivador real, por muy desordenado que esté. Y esta ventaja, esa tarea de mantener las cosas en orden colocándolas, quitándolas y ordenándolas, es algo con lo que la gente se siente cómoda y para ello se pueden servir de sus habilidades humanas innatas.