Se me escaparon varias cosas menores en el artículo de la semana pasada sobre el creciente enfrentemiento entre Apple y Google.
La primera es que hablo de hostilidad abierta, no de simple competencia. Ya hemos pasado de largo el punto en que hay dudas sobre si Google y Apple son rivales, concretamente en relación al Android contra el iPhone, y pronto sobre Chrome OS contra el iPad. Por supuesto que son competidores. Eso es bueno, y es una faceta normal del capitalismo. Lo que digo es que ocurre algo más, algo más malintencionado. Hostilidad abierta. La diferencia entre rival y enemigo.
Lo otro que pasé por alto, y creo que es importante, , es que todo esto está ocurriendo en el nivel de los ejecutivos y de la directiva. Los ingenieros — de ambas empresas — ni están preparados para esto, ni lo desean. Tengo fuentes en ambas empresas (más en Apple que en Google, cosa que no debería sorprender a nadie, pero también tengo más fuentes en Google que en cualquier otra empresa salvo Apple), y casi todas ellas son ingenieros y ninguna es un “ejecutivo”, y la palabra que no deja de saltar al hablar de esta situación es “extraño”. Que haya una reunión en Apple en la que sale el tema de Google, o viceversa, y los directivos hablan de librar una guerra — una dialéctica despiadada y furiosa.
Las hostilidades abiertas no son algo que les parezca natural a los ingenieros de ninguna de las dos empresas. Es algo extraño. Hay diferencias culturales muy evidentes entre ambas empresas. Los ingenieros de Apple suelen pensar que Google crea software feo (pero eficaz y bien pensado), y sospechan de la estrategia de Google de “queremos todos vuestros datos”. Los ingenieros de Google opinan que Apple no comprende la web — o al menos la web como plataforma de software — y lo ven cono algo extraño, y les ofende directamente el control autocrático que Apple ejerce sobre el App Store. Pero, en conjunto, los ingenieros de las dos empresas se caen bien. Hay muchos ingenieros de Apple que usan servicios de Google, y muchos ingenieros de Google que usan ordenadores Apple.
Ninguna de las empresas ha cultivado una cultura interna como, por ejemplo, la antigua de Microsoft — un planteamiento de “nosotros contra el mundo”, con la que sabes cuando firmas para el puesto que el objetivo no es sólo tener éxito, sino destruir a la competencia.
Esta es una guerra de los generales. Los soldados rasos de de Apple y Google no buscan combatir, y ni siquiera prevén hacerlo.
Por otra parte, Google no es una empresa tan monolítica como lo es Apple. Se ha prestado mucha atención a los comentarios de Steve Jobs sobre Google durante una reunión interna “en pleno” celebrada días después de la presentación del iPad en Enero. Concretamente, sus declaraciones parafraseadas por John C. Abell para Wired. Según lo relató Abell, y como la mayoría de los demás medios han citado:
Acerca de Google: No hemos entrado en el negocio de las búsquedas, declara Jobs. Ellos son quienes han entrado en el negocio de los teléfonos. No tengáis duda de que quieren acabar con el iPhone. No se lo vamos a permitir, explicó.
Después de que pusiera un enlace al reportaje de Abell en Wired, una fuente que se encontraba en la reunión en pleno me contó lo siguiente:
“En realidad dijo ‘hay equipos dentro de Google que quieren acabar con nosotros’. Nunca lo dijo de un modo que implicara que todo Google deseaba lo mismo. Principalmente se trata del equipo de Android”.
Después de mi artículo de la semana pasada, otra fuente de dentro de Apple me escribió para insistir en que Jobs, durante aquella reunión, enfatizó el hecho de que sólo había “ciertos equipos” dentro de Google que quieren acabaar con el iPhone, no Google en conjunto. Que, en efecto, Jobs parecía furioso por ello, pero que estaba claro que su enfado no estaba dirigido hacia todo Google sino más bien hacia Android en concreto.
Aún solamente algo así podría crear una situación muy fea.