Gizmodo y el prototipo del iPhone

El teléfono

La primera pregunta es: ¿cómo salió el teléfono de la sede de Apple?

Hace unas cuantas semanas, cierto número de ingenieros dedicados al iPhone que, debido a la naturaleza de su trabajo ya conocían las características del próximo iPhone de Apple, fueron autorizados a usar terminales de la última fase de preproducción fuera de las instalaciones de Apple. Se les permitió que usaran estos teléfonos como sus iPhones habituales. Condiciones muy estrictas regulan el uso de estos terminales. Deben permanecer dentro de fundas diseñadas para que parezcan idénticos a simple vista a un iPhone 3G/3GS con funda. No se permite mostrar semejantes terminales a nadie. Ni a amigos ni a la pareja.

Según Gizmodo, uno de los códigos de barras incluidos en el terminal contiene el texto “N90_DVT_GE4X_0493”. Según varias fuentes (mías) al tanto del proyecto, “N90” es el código interno en Apple para el iPhone GSM de cuarta generación, cuyo lanzamiento está previsto para Junio o Julio. “DVT” significa “design verification test” (prueba de verificación de diseño), que indica un hito en las fases de producción en Apple. El hito DVT queda muy cerca del final del proceso; basándome en esto, ahora creo que este terminal representa de forma muy precisa, si no exacta, lo que Apple piensa poner a la venta.

¿Por qué permitió Apple, tan reservada con los productos en desarrollo, que estos terminales se utilizaran fuera de la empresa? Simplemente no hay otra forma de probar un teléfono. Aunque se mantenga el máximo grado posible de secretismo, se realizan pruebas de uso real con decenas de dispositivos casi definitivos unos cuantos meses antes de la fase de fabricación final. (Esto también es cierto para otros productos de Apple, pero creo que estás prácticas están más extendidas con el iPhone dada la naturaleza de los ensayos con redes de telefonía móvil).

Esto mismo ocurrió hace un año con el 3GS, y con el 3G el año antes. El iPhone fue presentado seis meses antes de ponerse a la venta; en el tiempo transcurrido entre la presentación de Enero y la aparición del producto en las tiendas a finales de Junio, un pequeño número de ellos se emplearon para realizar pruebas en situaciones de uso real1.

Un teléfono cuya salida se autoriza es un teléfono que puede ser perdido o robado. Un teléfono perdido o robado puede acabar en malas manos. Y otods conocemos la Ley de Murphy. Por lo que sabemos no es el primero de estos prototipos de iPhone que ha desaparecido. Es sólo que se trata del primero en caer en malas manos.

Los vendedores

Código penal de California, sección 485:

Quien encuentre un objeto perdido en circunstancias que le aporten información o una forma de dar con el dueño legítimo, y se apropie dicho objeto para su propio uso, o para el uso de otra persona no autorizada a ello, sin tomar antes medidas razonables y suficientes para localizar al propietario y devolverle su posesión, es culpable de robo.

Código civil de California, sección 2080.1:

Si se desconoce quién es el propietario o éste no ha reclamado el objeto, la persona que lo recupere o lo encuentre deberá, si dicho objeto tiene un valor de cien dólares o más, entregarlo en un plazo de tiempo razonable al departamento de policía de la ciudad o condado, si procediere, o al departamento del sheriff del condado si se ha encontrado fuera de los límites de la ciudad, y deberá realizar una declaración jurada explicando cuándo y dónde encontró o recuperó el objeto, describiéndolo con especial detalle.

En efecto, estoy citando tanto la normativa civil como la penal. Pero el significado está claro. Quienes encontraron el teléfono en un taburete de un bar, si realmente fue así como acabó en sus manos, podían devolverle el teléfono a su dueño o podían entregarlo a la policía. Quedárselo durante tres semanas y venderlo a continuación los convierte en culpables de robo.

Aquí hay un caso interesante, que comenta y mantiene la validez del Código Penal de California 485 en el Sexto Tribunal el 7 de Abril de 2010. Es largo, pero el siguiente fragmento es interesante:

La única intención mencionada en el Código Penal, sección 485, es el “conocimiento” por parte del autor del delito. El delito se define en términos de dos acciones, omisión e intención. El autor comete este delito si (1) encuentra un objeto perdido (un hecho), (2) se lo apropia (un hecho), (3) no emprende “medidas razonables y necesarias” para encontrar al propietario y devolverle el objeto de su propiedad (una omisión), y (4) lo hace con el conocimiento del verdadero propietario o disponiendo de medios de averiguar quién es el propietario del objeto (una intención). En ninguna parte de la definición legal del delito se sugiere que el autor deba poseer ninguna intención concreta.

Ahora bien, a efectos prácticos, estas personas tenían otra opción. Hablando por experiencia personal como alguien que ha pasado un buen número de horas en diversos bares, hay un protocolo universal a la hora de actuar con objetos personales perdidos u olvidados por otros clientes. Carteras, llaves, teléfonos, bolsos. Lo que sea. Si ves algo así en el suelo o sobre una mesa, lo coges y se lo entregas al camarero. Si descubres que has perdido algo, le preguntas al camarero. Todo el mundo lo sabe.

Se podría decir que esta forma de actuar no es acorde a la letra de la ley de California, en tanto que el camarero no es el propietario y tampoco es un policía. Pero nadie ha sido ni será procesado por entregar un artículo perdido a los empleados del establecimiento en el que apareció el artículo. A efectos prácticos, estas convirtiendo al camarero en la persona que ha encontrado el artículo.

Y en este caso concreto, si estas personas hubieran actuado así, el teléfono habría vuelto a su auténtico dueño, que llamó al bar repetidas veces para preguntar si alguien lo había entregado durante los días posteriores a la pérdida. Aunque no se les ocurriera a quienes “encontraron” el teléfono devolverlo al camarero la noche de la desaparición, lo único que debían hacer, en cualquier momento de las tres semanas que pasaron antes de venderlo a Gizmodo, era devolverlo al bar, o simplemente llamar al bar y preguntar si si la persona que lo perdió había llamado para recuperarlo.

Esta es la información sobre su supuesto intento de devolver el teléfono, según lo explicaba Jesús Díaz en Gizmodo:

Durante aquel rato, jugó con él. Parecía un iPhone normal. “Pensé que era sólo un iPhone 3GS”, me explicó durante una entrevista telefónica. “Parecía un 3GS. Probé la cámara, pero la aplicación se cerró tres veces”. El iPhone no parecía tener ninguna característica especial, únicamente dos códigos de barras pegados en la parte trasera: 8800601pex1 y N90_DVT_GE4X_0493. Junto a los botones de volumen había otra pegatina: iPhone SWE-L200221. Aparte de eso, tan sólo seis páginas de aplicaciones. Una de ellas era Facebook.

Mediante la aplicación de Facebook averiguaron el nombre del ingeniero de Apple que perdió el teléfono.

Tras decidir que devolvería el teléfono el día siguiente, se marchó. Cuando se despertó tras los eventos borrosos de la noche anterior, el teléfono no funcionaba. Había sido inutilizado de forma remota, a través de MobileMe, el servicio que Apple proporciona para rastrear y borrar los iPhones perdidos. Sólo entonces se dio cuenta de que aquel iPhone tenía algo raro. El exterior no era normal y tenía una cámara en la parte delantera. Después de trastear un rato, consiguió abrir el 3GS falso.

Tened presente que la ley prohibe desmontar un objeto perdido.

Ahí estaba, algo brillante, totalmente distinto de todo que antes se había visto.

Buscó un teléfono y llamó a un montón de números de Apple intentando dar con alguien que al menos estuviera dispuesto a transferir su llamada a la persona adecuada, sin éxito. Nadie le tomó en serio y lo único que obtuvo con sus esfuerzos fue un número de incidencia.

Pensó que la incidencia acabaría por subir al nivel apropiado y que recibiría una llamada, pero su teléfono nunca sonó. ¿Qué debía hacer después de eso? ¿Entrar a una tienda de Apple y entregar el novedoso y deslumbrante dispositivo a un veinteañero que podría acabar vendiéndolo en eBay?

Es cierto que sería difícil conseguir hablar por teléfono con alguien de Apple que supiera qué era tal dispositivo. Apple, al igual que la mayoría de grandes empresas, les pone trabas a los consumidores a la hora de hablar con empleados ajenos al departamento comercial. No es que haya un número de emergencias de prototipos perdidos.

Pero podrían haberse limitado a meter el teléfono en un sobre acolchado y enviarlo a Infinite Loop número 1. La dirección postal de Apple está bien visible en su página web. Y sabían el nombre del ingeniero que perdió el teléfono. No hay quien crea que llamar a los números de teléfono públicos de Apple suponga “medidas razonables y necesarias para encontrar al propietario y devolverle el objeto de su propiedad”, según dictan tanto la ley como el sentido común.

Entregarlo en el bar. Mandarlo por correo. Enviar un mensaje a través de Facebook al ingeniero que lo perdió. O, ¿por qué no entregarlo en un Apple Store? Es algo más enrevesado, pero este fragmento del artículo de Gizmodo:

¿Entrar a una tienda de Apple y entregar el novedoso y deslumbrante dispositivo a un veinteañero que podría acabar vendiéndolo en eBay?

… es justo lo que piensan los ladrones — que todo el mundo es tan deshonesto como ellos. Llevarlo a un Apple Store, pedir ver al gerente, y entregárselo, habría servido para devolver el teléfono a Apple.

Aunque uno se crea lo que cuentan, es evidente que las personas que vendieron este terminal a Gizmodo no se molestaron realmente en devolver el teléfono.

De este modo, aunque el teléfono hubiera acabado en sus manos tras haberse perdido, el hecho de que no tomaran medidas “razonables y necesarias” para devolverlo, y en lugar de ello empezaron a intentar venderlo, se convirtió en un artículo robado.

Pensad además en todas las coincidencias que supuestamente debermos creernos de este relato. ¿Qué posibilidades hay de que la persona que casualmente estuviera sentada junto al ingeniero de Apple que perdió semejante teléfono lo fuera a reconocer como algo distinto a un iPhone normal? Estaba metido en una funda de iPhone 3G/3GS. Sí, la pantalla es de mayor resolución, pero ¿cuántas personas de las que estén en un bar — incluso en Silicon Valley — se darían cuenta de algo así? Y estas personas sabían que valdrían miles de dólares si se lo ofrecieran a una web del estilo de Gizmodo.

En mi pueblo, cualquiera que hiciera algo así con un teléfono olvidado sobre un taburete de un bar tendría las mismas posibilidades de, por ejemplo, cogerlo del bolsilo de una chaqueta si notara algo extraño mientras el ingeniero lo hubiera estado usando en el bar — cosa que sabemos que estuvo haciendo el ingeniero, dado que actualizó su página de Facebook aquella noche con un comentario sobre la calidad de la cerveza que estaba bebiendo. No hay motivo para creerse por las buenas nada de lo que un ladrón nos cuente, sobre todo si ha pasado por el filtro de Gizmodo, que sin duda tiene interés en hacer ver que no sabían que estaba comprando un artículo robado.

Gizmodo

Código penal de California, sección 496:

(a) Quienquiera que compre o reciba cualquier obejto que haya sido robado o que haya sido obtenido de cualquier forma que impque robo o extorsión, y que tenga conocimiento de que el objeto ha sido robado u obtenido de tal forma, o que oculte, venda, retenga, o ayude a ocultar, vender o retener cualquier objeto del legítimo dueño, sabiendo que éste ha sido robado u obtenido de tal forma, será castigado con el encarcelamiento en una prisión estatal o en una prisión del condado durante un máximo de un año. No obstante, si el fiscal del distrito o el gran jurado determinan que esta acción sería en interés de la justicia, el fiscal del distrito o el gran jurado, según sea el caso, podrían, si el valor del objeto no supera los novecientos cincuenta dólares ($950), especificar en el alegato de acusación que la infracción sea una falta, castigable sólo con prisión en una cárcel del condado durante un máximo de un año.

Dado que Gizmodo asegura haber pagado 5.,000 dólares por el dispositivo, la segunda parte (que habla de artículos cuyo valor es menor de 950 dólares) no se aplica. Está claro que quienes vendieron el teléfono a Gizmodo lo obtuvieron de un modo que equivale a robo, sin importar si realmente lo encontraron sobre un taburete del bar o no. No cabe duda de que Gizmodo tomó posesión del teléfono, dado que han publicado fotos y vídeos que muestran al editor Jason Chen cogiéndolo.

Así que la pregunta es si Gizmodo sabía que el teléfono era robado.

En primer lugar, Gizmodo sugiere inocentemente que quedaron satisfechos con la historia que les contaron los vendedores sobre cómo intentaron, y — ¡oh, infortunio! — fracasaron, a la hora de devolver el teléfono a Apple llamando a los números públicos de la empresa. Aunque los vendedores crean sinceramente que han actuado de buena fe intentando devolverlo de ese modo, ¿acaso los editores de Gizmodo piensan que nos van a convencer de que ellos mismos creían que Apple no tenía ningún interés en recuperar el terminal?

La principal defensa de Gizmodo contra las acusaciones de que compraron a sabiendas un objeto robado es que no sabían si el objeto era realmente un prototipo de Apple hasta que se hicieron con él y lo estudiaron. Al publicar la carta remitida por Apple solicitándoles que devuelvan el dispositivo, el director editorial de Gizmodo Brian Lam publicó también la que según él fue su respuesta por correo electrónico:

Nos alegra que vengáis a recoger el teléfono. Nos quemaba en las manos. Para que lo sepáis, no sabíamos que era robado cuando lo compramos. Ahora que sabemos con certeza que no es una falsificación, y que realmente es propiedad de Apple, me alegro de que vuelva a su auténtico dueño.

P.D. Espero que no os cebéis con el chico que lo perdió. No creo que que haya nada más importante para él que Apple, excepto, en fin, la cerveza.

Tened en cuenta que he citado la versión original de la supuesta respuesta enviada por Lam a Apple, de la que guardé una copia, y que está archivada públicamente en Cult of Mac. En la web de Gizmodo esta respuesta fue editada (justo después de que yo mencionara de forma concreta el uso de la palabra “robado” por parte de Lam), de modo que ahora reza lo siguiente:

Nos alegra que vengáis a recoger el teléfono. Nos quemaba en las manos. Para que lo sepáis, no sabíamos que era robado [como los vendedores aseguraron. esto es, proviniente realmente de Apple. Fue encontrado, y su origen estaba sin determinar] cuando lo compramos. Ahora que sabemos con certeza que no es una falsificación, y que realmente es propiedad de Apple, me alegro de que vuelva a su auténtico dueño.

P.D. Espero que no os cebéis con el chico que lo perdió. No creo que que haya nada más importante para él que Apple.

El galimatías entre corchetes (puntuación y uso de mayúsculas como en el original) fue añadido después, y el chascarrillo tocapelotas sobre la cerveza fue eliminado. Tened presente que no se trata de la edición de un artículo de un weblog — se trata de la edición de lo que según Lam y Gizmodo respondieron a Bruce Sewell, vicepresidente y director legal de Apple.

De nuevo, su defensa, lo mejor que puedo expresarla, es que sólo al recibir la carta de Sewell “supieron de forma definitiva que no era una falsificación” y que “realmente pertenece a Apple”. Es curiosa esta supuesta incertidumbre, teniendo en cuenta que publicaron sus fotografías del dispositivo 12 horas antes con el titular ciertamente inequívoco “This Is Apple’s Next iPhone” (Este es el próximo iPhone de Apple).

Ahora bien, hay que dejar claro que las acusaciones penales son potestad del fiscal del distrito, no de Apple. Apple puede decidir presentar una demanda civil por su cuenta, pero una demanda penal sólo puede ser presentada por el fiscal del distrito.

Si se presentan cargos penales, e incluyen una acusación a los editores de Gizmodo de comprar y obtener un objeto robado, pueden presentar en su defensa el argumento que quieran. Pero sin duda Gizmodo sabía que se trataba realmente de un prototipo de Apple, que no pertenecía a las personas que lo vendieron, y que Apple querría recuperarlo. Sí, podría haber sido una falsificación, pero esa defensa podría ser planteada (y supongo que es el caso) por cualquier persona acusada de comprar un objeto robado de este tipo.

Imaginad, por ejemplo, que alguien os ofreciera comprar una obra artística robada famosa y única. Les pagáis y os quedáis con el artículo. Después os detienen y os acusan de comprar propiedad robada. ¿Qué oportunidades creéis que tendréis de ser absueltos debido a que no estabais seguros de si la obra era una falsificación en el momento de pagarla?

Lo que es más, al recibir el teléfonon, Gizmodo lo analizó durante “más o menos una semana” antes de compenzar a publicar sus fotos del dispositivo. Fueran cuales fueran sus dudas sobre su autenticidad al principio, no tardaron seis días en descubrir que era auténtico. Mientras tanto, lo guardaron en secreto y no lo devolvieron ni informaron a Apple.

Hay dos cosas que no me gustan de las acciones de Gizmodo en este caso.

En primer lugar, me fascina su actitud aparentemente arrogante respecto a las consecuencias legales de sus acciones. No me ofende su decisión de obtener este terminal y publicar todo lo que pudieron averiguar sobre él. Simplemente me cuesta creer lo mucho que se han jugado apostando a que Apple no emprenderá acciones legales por este caso.

En segundo lugar, publicar el nombre, fotografías e información personal del ingeniero de Apple que perdió el teléfono es irrelevante para la noticia. De todas las gilipolleces que podían haber esto, esta era la peor. Gizmodo es, aparentemente, una web dedicada a las tecnología. El interés de sus lectores en esta saga tiene que ver con el teléfono. Publicar el nombre no aclaraba en lo más mínimo el modo en que se hicieron con el teléfono. Las personas cuyas identidades me gustaría conocer sobre los que consiguieron en primer lugar el teléfono y después lo vendieron, no el tío de Apple que lo perdió. No hay ningún beneficio en hacer público su nombre salvo en obtener una satisfacción enfermiza poniendo en ridículo a alguien que cometió un error muy grave, pero sin ninguna intención.

Esto es lo que me ofende profundamente.


  1. No sé qué haría Apple con prototipos de un nuevo iPhone que tuvieran un diseño industrial radicalmente distinto, de forma que no se pudieran camuflar para que parecieran un iPhone actual con funda.