Marco Arment analiza la situación con precisión quirúrgica:
El problema es que los fabricantes de hardware y los periodistas especializados en tecnología dan por sentado que el hardware debe existir, y que los desarrolladores acudirán a él porque se puede escribir software para esa plataforma. Pero ese no es el motivo por el que nosotros creamos software para el iPhone y el iPad, aunque estos motivos sean la base de la teoría.
Creamos software para el iPhone principalmente por tres motivos:
- Conveniencia: nosotros mismos usamos el iPhone.
- Base de usuarios: un montonazo de personas ya tienen el iPhone.
- Rentabilidad: existe el potencial ganar mucho dinero con aplicaciones para el iPhone.
Es el clásico problema del huevo y la gallina. Los desarrolladores no se lanzan a una nueva plataforma que tiene muchos usuarios; los usuarios se pasan a una nueva plataforma si cuenta con un gran apoyo por parte de los desarrolladores. Entonces, ¿cómo puede despegar una plataforma nueva? Apple lo consiguió con el iPhone haciéndolo tan tremendamente atractivo y útil desde el primer momento. No sólo consiguieron así que los usuarios hicieran cola para comprarlo cuando no existía ningún tipo de software independiente disponible, sino que además consiguieron interesar a los desarrolladores en crear aplicaciones nativas para el iPhone antes de que el iPhone siquiera estuviera a la venta, porque los desarrolladores querían crear aplicaciones tan impresionantes como las que había creado la propia Apple para el iPhone original.