La conclusión menos citada de la reflexión de Stewart Brand:
La información quiere ser libre. La información también quiere ser cara. La información quiere ser libre porque se ha convertido en algo muy fácil de distribuir, copiar y recombinar — demasiado barato para medirlo. Quiere ser cara porque puede tener un valor incalculable para el destinatario. Esa tensión no va a desaparecer. Es fuente de interminables y violentas discusiones sobre precio, copyright, ‘propiedad intelectual’ y la moralidad de su distribución casual, porque cada nueva generación de dispositivos empeora esta tensión, en lugar de mejorarla.