Estaba leyendo hace un rato en Internet, buscando la confirmación de la noticia que había aparecido diez minutos antes sobre que Steve Jobs había dimitido de su cargo de consejero delegado, y no dejaba de sentirme molesto cada vez que veía el adjetivo “impactante” para describir la noticia. Pero resentimiento inicial no estaba justificado. No es algo que haya surgido de la nada, ni siquiera era algo que no se pudiera esperar. Todos lo veíamos venir —pero sí que es impactante.
Vi el titular y mi sistema nervioso se quedó paralizado.
Lo que hay que tener presente es esto: la Apple de mañana, de dentro de una semana y de dentro de un mes seguirá siendo la misma Apple de ayer, de hace una semana y de hace un mes. Tim Cook no ha sido nombrado “consejero delegado” hasta hoy, pero ha sido el director ejecutivo de la empresa desde que Jobs se tomó la baja médica —la tercera ya— en enero, y posiblemente antes de eso. Sea el que sea el papel de Steve de ahora en adelante, solo es diferente en el título, no en lo que ha sido a efectos prácticos durante algún tiempo. Tenga lo que tenga, su enfermedad ha afectado a su rendimiento.
No es ninguna coincidencia que escribiera el mes pasado sobre la sucesión de Jobs. Lo único que necesitaréis leer de ese artículo es la segunda nota al pie:
Quizás todo este artículo podría resumirse en: “A ver, que va a ser Tim Cook, y ya está”.
¿Cómo se sustituye al hombre irremplazable? Como hemos visto hoy. Una baja médica indefinida mientras mantiene el título de consejero delegado. Nuevos productos tremendamente sólidos, estre ellos una gran mejora al iPad, el dispositivo que está poniendo patas arriba a toda la industria de la informática. La cesión de las gestiones cotidianas y el liderazgo en favor de Tim Cook, su mano derecha y sucesor. Cargos de gran importancia presentes durante presentaciones públicas de productos, como Phil Schiller, Scott Forstall, Eddy Cue. No era algo que se pudiera ver u oír, pero estando entre el público durante la conferencia inaugural del WWDC de este año, era algo que se notaba. A mitad de la presentación escribí lo siguiente:
Está presente, pero es la primera conferencia post-Steve.
Los productos de Apple están repletos de funciones y detalles propios de Apple, con aplicaciones del estilo de Apple, metidos en embalajes con el estilo de Apple, se promocionan en anuncios con el estilo de Apple, y se venden en tiendas con el estilo de Apple. La empresa es una estructura fractal. Simplicidad, elegancia, belleza, inteligencia, humildad. Franqueza. Sinceridad. Echándonos atrás se puede ver que lo mismo que define a los productos de Apple también es válido para Apple en su conjunto. La propia empresa tiene el estilo de Apple. La misma reflexión, cuidado y atención obsesiva al detalle que Steve Jobs aplicó a preguntas como “¿cómo debería funcionar un ordenador?”, “¿cómo debería funcionar un teléfono?”, “¿cómo se debería comprar música y aplicaciones en la era digital?” también la aplicó a la pregunta más importante: “¿cómo debería funcionar una empresa que cree productos como estos?”
La mayor creación de Jobs no es un producto de Apple. Es la propia Apple.
El anuncio de hoy es solo un paso más, si bien un paso grande y triste, en una transición racional planeada hace mucho tiempo —una transición que nadie quería pero que por desgracia por se podía evitar. Y como siempre, lo está haciendo a su manera.
Así son las cosas.