Scott McCartney escribe lo siguiente para el Wall Street Journal:
Se cree que al menos varios cientos de aficionados a coleccionar puntos de viaje descubrieron que una oferta de envío gratuito por la compra de monedas conmemorativas de 1 dólar con motivos presidenciales y de los nativos americanos, que la U.S. Mint (Fábrica de Moneda de EE.UU.) vendía por su valor facial, venía a ser como imprimirte tus propios puntos de viaje. Los coleccionistas de puntos pidieron en conjunto más de 1 millón de dólares en monedas hasta que la U.S. Mint empezó a identificarlos y dejar de venderles las monedas.
Los compradores de monedas cargaron los pedidos, que se efectuaban en estuches de 250 monedas, a una tarjeta de crédito que premia las compras con puntos de viaje, y llevaron dichas monedas directamente al banco para ingresarlas. Después usaron las monedas que habían ingresado para pagar los cargos en sus tarjetas de crédito. Su único gasto: el desplazamiento en coche para hacer el ingreso.
Un plan brillante. (Visto a Kottke).