Merlin Mann:
¿Eres un gran fan del cumplimiento agresivo de la propiedad intelectual? ¿Piensas que un mercado bien litigado es un mercado sano? ¿No aguantas esos pequeños incordios empresariales del tipo de “competencia de los medios emergentes”?
Pues entonces te habría encantado el principio del siglo XX. Porque necesitabas contar con el permiso de Thomas Edison para hacer cualquier película. Y después de hacerla tenías que pagarle.
También a través de Merlin, fijaos en el acuerdo de licencia de este cilindro de cera de Edison de 1908. (Una tipografía magnífica, por otra parte).