Walter Murch escribe lo siguiente en una carta dirigia al crítico de cine Roger Ebert:
No obstante, el mayor defecto del 3D es el problema “convergencia/enfoque”. Otro par de problemas — oscuridad y “reducción de tamaño” — se pueden solucionar, al menos en teoría. Pero el problema más arraigado es que el público debe enfocar sus ojos en el plano de la pantalla — digamos que está a 25 metros de distancia. Esta distancia es constante. Pero sus ojos deben converger a una distancia de quizás 3 metros, después a 20 metros, después a 40 metros, etcétera, dependiendo en la ilusión que se muestre en pantalla. Así, las películas en 3D nos exigen enfocar a una distancia y hacer converger los ojos a otra. Y en 600 millones de años de evolución nunca se ha presentado este problema. Todos los seres vivientes con ojos siempre han enfocado y convergido los ojos en el mismo punto.
Creo que el 3D es entretenido en pequeñas dosis, como en las atracciones de Disney World, donde la película dura sólo unos cinco minutos. Pero nunca he disfrutado del 3D en una película. Avatar fue la que estuvo más cerca.